La técnica utilizada por muchas generaciones de artesanos ha sido transmitida a la familia Luna, que trabaja con el telar rústico horizontal, donde una y otra vez se mezclan la trama y la urdimbre para lograr finas prendas artesanales.
Javier y Sandra Luna, una pareja de artesanos bolivianos, se dedican enteramente a su trabajo y a su familia. Están casados hace 26 años, 24 de los cuales se han dedicado al diseño y a la creación de artículos en lana de alpaca. “Cuando yo me casé con Javier, mi suegra ya le había enseñado a él este oficio artesanal, mi esposo me lo enseñó después a mí”, cuenta Sandra, recordando los primeros años de matrimonio, en los que no había mucha experiencia pero sí muchas ganas de trabajar.
Desde que aprendió el oficio, Doña Sandra estaba segura que eso iba a hacer por el resto de su vida. Al principio Sandra y Javier realizaban sólo bufandas de lana de alpaca. Doña Sandra recuerda que al día lograba terminar hasta cinco bufandas. Luego empezó a aventurarse con prendas más grandes (como las mantillas). Y, pronto su imaginación se había extendido a la confección y diseño de prendas exclusivas.
Madre de seis hijos, Sandra Luna se encuentra orgullosa de ellos, dos casados, otros estudiando, pero todos ellos aprendieron el arte del telar rústico. Por eso, el taller de los esposos tuvo que sumar una veintena de telares rústicos, donde los colores y diseños van y vienen, entramándose entre los hábiles dedos de sus operarios.
El negocio no sólo se agrandó por la llegada de los hijos, sino que cada operario que pasó por el taller ha llevado el conocimiento de su arte y la habilidad de sus manos a otros rumbos. “Los operarios que teníamos antes ya se han ido y tienen sus propios talleres” dice doña Sandra.
Día a día, crecen los deseos de los esposos Luna de agrandar su taller y de enseñar su oficio a mayor número de operarios, para que todos tengan un futuro promisorio. “Este año me gustaría haya más pedidos, así se puede contratar más trabajadores” comenta Doña Sandra, quien ya está preparando el espacio necesario para ampliar el taller en su propia casa.
La pareja hizo muchos sacrificios para crear productos de primerísima calidad, destinados a complacer los gustos más exigentes en cuanto a prendas de lana de alpaca se trata. Fue a través del gran esfuerzo, calidad y dedicación del matrimonio que lograron que la artesanía sea, además de protagonista en sus vidas, su principal fuente de ingresos.
¿Conoce los productos de Javier y Sandra? Déjese sorprender por su fino acabado, la calidad de la materia prima y la creatividad de sus diseños.